Con Olivia de Havilland en la memoria
Distanciamiento social y sus consecuencias en la sociedad latinoamericana

Por Pedro García Cueto

Recorre el tiempo la mirada del cine clásico, aquellas actrices que conservaban aquel halo de luz en la mirada. Con ciento cuatro años ha muerto Olivia de Havilland en París. Fue la muy famosa Melania, la hermana algo débil de Escarlata O´Hara en Lo que el viento se llevó, aquella película que fue todo un éxito y ahora se somete a la censura por racismo de los que no saben ver que el cine es arte y está por encima de épocas y modas.

Fue la enamorada del general Custer, un impecable Errol Flynn, en Murieron con las botas puestas, pero también aquella mujer ingenua que es utilizada por un oportunista Monty Clift en La heredera dirigida por William Wyler.
A Olivia le gustaban los papeles de mujer ingenua, de mujer algo inocente que es utilizada por hombres cínicos, el papel de Monty era maravilloso, ambos estuvieron geniales en la película.
Hubo muchas otras películas, donde Olivia siempre fue una buena actriz, el tiempo fue pasando y la enemistad con su hermana Joan Fontaine fue creciendo. A mí siempre me gustó más la Fontaine, tenía algo de sensual de lo que carecía La Havilland, pero ambas fueron dos actrices de una época inolvidable.
Olivia volvió cuando interpretó a la hermana de la Davis en Canción de cuna para un cadáver, donde Bette estuvo sublime. La actriz ya se caracterizó en los sesenta por esos papeles guiñolescos, después de la esperpéntica Qué fue de Baby Jane. Bette recupera su talento de actriz que la convirtió en una de las mejores del cine americano de todos los tiempos.
Olivia dio el tipo y demostró su elegancia y su buen hacer, con esa sonrisa de mujer ingenua que siempre le caracterizó.
La bella dama se retiró a París donde ha vivido muchos años, convertida ya en una leyenda que ha superado incluso a Kirk Douglas por unos meses.
Nunca se reconcilió con su hermana y en los setenta hizo pequeños papeles en películas de acción como los famosos aeropuertos, siendo una de las pasajeras del vuelo que conducía el inigualable Jack Lemmon en Aeropuerto 77.
Olivia de Havilland siempre será recordada por ese amor por Leslie Howard en Lo que el viento se llevó, mientras su hermana Escarlata, también enamorada de él, la miraba sabiendo que nadie podría quitar a aquel hombre de los brazos de la ingenua Melania.
La quiero recordar con ese magnetismo que la llevó a ser la pareja de Errol Flynn en varias películas. Inolvidable la mirada al guapo actor cuando se va a la lucha, ya sabemos de alguna manera que supone una despedida. Cuando dos ojos se encuentran en ese plano ya sabemos que el amor perdurará más allá de la muerte.
En el último viaje que supone morir pienso que Olivia de Havilland volverá a ese olimpo de actores que siguen fascinando con su gran personalidad. Un cine que es clásico porque siempre nos seduce, un cine que pervivirá a nuestro paso por la vida. Una grande más que se nos va.

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