Por Pedro García Cueto
Se cumplen cien años del nacimiento de Paul Newamn, uno de los actores más grandes del cine, rindo mi homenaje con El color del dinero, que le dio el Oscar, por fin, al maravilloso actor:
Y, sin duda alguna, el título explica mucho, porque el dinero tiene color, también peso y olor, vemos continuamente los dólares y podemos sentir que todo ese dinero es también el alma de los personajes, son su huella vital, el sacrificio al que se someten por el éxito. La suerte de ganar o perder también está presente, son seres que se lo juegan todo, sabiendo en el fondo que nada vale la pena en realidad. Solo el rito del juego les motiva, no la ganancia o la pérdida, viven el momento, donde son felices en ese esfuerzo por ser los mejores.
Sin duda alguna, Scorsese traslada el ring de Toro salvaje al billar, para construir una película de redención con un actor de gran carisma, verdaderamente magnético como Paul Newman, cuya mirada esconde todo un mundo que no se nos desvela pero que los cinéfilos y conocedores de El buscavidas conocemos. Tanto la chica como el papel de Cruise le dan buena réplica, porque el impetuoso joven ha de ser corregido por el veterano jugador. Hay que reconocer que Cruise mantiene una frescura en su papel que ha ido perdiendo con el tiempo.
Y cómo se mueven las bolas como si fuesen gestos de la vida, al igual que los golpes en el ring, nos habla en definitiva de una cinta emotiva e intensa, una gran película, donde Scorsese pone su mirada para hablar de perdedores y ganadores en el escenario de la existencia. La música es excelente, como el My Baby´s in Love with Another Guy, la canción de Robert Palmer grabada por Little Willie John, son esenciales para acompañar este duelo existencial entre dos hombres ante el ring del billar.
Newman es inolvidable, de los que ya no quedan, por ello, dedico este artículo a un actor inmenso, una leyenda del cine, que murió en el 2008, a los ochenta y tres años, de un cáncer de pulmón.