Título Original: Coup de chance
País: USA, Francia
Año: 2023
Elenco: Lou de Laâge, Valérie Lemercier, Melvil Poupaud, Niels Schneider, Elsa Zylberstein, Grégory Gadebois, Guillaume de Tonquédec, Jeanne Bournaud, Anne Loiret, Sâm Mirhosseini
Dirección y guion: Woody Allen
Género: Comedia, Drama, Romance, Thriller, Crimen
Duración: 96 minutos
Nota Cinecritic: 5 puntos
Por Adriana Schmorak
Golpe de suerte en París es una película de suspenso detectivesco y una comedia dramática escrita y dirigida por Woody Allen en 2023, y protagonizada por Lou de Laâge como Fanny Fournier, Valérie Lemercier como Camille Moreau (madre de Fanny), Melvil Poupaud como Jean Fournier y Niels Schneider como Alain Aubert.
“La única certeza absoluta que el hombre tiene
es que la vida carece de sentido.”
(Cita de Woody Allen a León Tolstoi)
Argumento:
Fanny y Jean tienen todo lo que una pareja ideal podría desear, excepto hijos. Realizados en su vida profesional, viven en un magnífico apartamento en el centro de París y parecen estar enamorados. Pero cuando Fanny se cruza de casualidad con un antiguo compañero del liceo, Alain, este encuentro parece encender antiguos sentimientos. Alain es escritor y no oculta el hecho de haber estado siempre enamorado de ella. Mientras tanto, Fanny comienza a sospechar que el afán de lucro de su marido tiene un lado oculto que todavía no logra entrever.
Fanny y Alain se lanzan a un intenso romance extramatrimonial, hasta el punto de que ella comienza a considerar la posibilidad de un divorcio. Sin embargo, su marido empieza a sospechar de los cambios sutiles en la personalidad de Fanny y se pone en contacto con investigadores privados para averiguar si su esposa tiene un amante. Confirmados sus temores, paga a dos sicarios para deshacerse de Alain.
Camille, la madre de Fanny, se entera en una reunión de amigos que el antiguo colega de Jean fue encontrado muerto en circunstancias misteriosas. Aunque el asunto había sido señalado como un suicidio, Camille se dispone a investigar el asunto hasta las últimas consecuencias.
Análisis:
El escenario es París, las grandes avenidas, la Plaza de Luxemburgo, los encantadores bares parisinos. Las escenas románticas de Fanny y Alain están siempre acompañadas por el tema “Canteloupe Island” compuesto por Herbie Hancock en 1964. Es un fondo musical de soul jazz siempre presente cuando los amantes se encuentran en las plazas y en los bares, es un jazz ligero, alegre, le otorga al ambiente un aire de felicidad juvenil. El soul jazz posee algo del blues, es un sonido más suave y agradable que el jazz clásico, más alegre, divertido, y apunta a las sensaciones juveniles del cuerpo y del espíritu.
Con este tema musical Woody Allen quiso homenajear a los policiales franceses de las décadas de 1950 y 1960, como “Ascensor para el Cadalso” de Louis Malle (1958) quien utilizó otra versión del mismo tema “Canteloupe Island” interpretada en ese entonces por la trompeta de Miles Davis. “Golpe de Suerte en París” entre otros, rinde también homenaje al cine de Claude Chabrol, Jean-Luc Godard y François Truffaut.
Las escenas de caza al ciervo fueron filmadas en las afueras de París, en cabañas rurales en medio de los bosques de la campiña francesa. Las imágenes de la campiña fueron tratadas con tonos hiper saturados, brillantes, tomadas de un entorno natural lleno de vida y color por el director de fotografía Vittorio Storaro. Es la vida rodeando la caza, la muerte, la vida y la muerte son una sola dentro de la naturaleza.
Fanny y Alain se encuentran por casualidad Fanny se encuentra en una de esas veredas Paris, colmadas de hojas otoñales de septiembre. Los dos tienen mucho en común, la juventud, la pasión por el arte y la literatura. Ella trabaja para un marchand de cuadros, en una subasta de obras de arte. Él se dedica a escribir ensayos literarios en su pequeña “chambre de bonne”, o sea, en un cuarto del último piso de un edificio estilo Haussmann, esos famosos edificios parisinos con tejados de pizarra, construidos a partir de 1809.
En esos cuartos dormían durante el siglo XIX, las empleadas domésticas de las familias pudientes, la nueva alta burguesía nacida de la posrevolución francesa. Ahora, en el siglo XXI, esa incipiente clase media se fue transformando en la clase alta pudiente, pero sin muchos escrúpulos a la hora de hacer sus negocios turbios, “les affaires”, como dirían los franceses.
A esa clase pudiente pertenece Fanny desde que se casó con Jean Fournier. La pareja vive en un gran piso atendido por una mucama de uniforme en el centro de Paris. Fanny parece tenerlo todo, pero como en toda película de Woody Allen, las apariencias engañan. El director se esmera en establecer esa diferencia de clase entre Jean Fournier y Alain Aubert.
Los Fournier forman parte de una sociedad hipócrita que valora más lo material que lo espiritual, el arte, la filosofía, la literatura, lo auténticamente humano. El entorno de Jean sabe todo acerca de él, pero aún así lo saludan como si nada pasara, lo invitan a fiestas, hablan con él de una forma cuando está presente y de otra, a sus espaldas. Parece que en esa sociedad todo es fake, el dinero lo compra todo, hasta los amigos. Pero ni con todo el dinero del mundo se puede evitar la muerte, ni la propia ni la ajena.
Fanny y Alain vienen de relacionamientos malogrados, Alain continúa soltero tras varios intentos de formalizar una relación amorosa, mientras que Fanny quedó devastada después de su separación con un artista con serios problemas de adicción a las drogas. Ella encontró a Jean en un momento difícil de su vida y se aferró a él como quien se aferra a un bote salvavidas para no ahogarse.
Ya, desde el comienzo de la cinta, el director presenta tres temas recurrentes en sus películas: el trío amoroso, ergo, la infidelidad en la pareja; el azar en nuestras vidas, la necesidad de admiración, atracción física y compatibilidad en los gustos como elementos esenciales para el enamoramiento. Y cómo el amor es tan frágil y volátil como la vida misma.
En este trío amoroso, hay una pareja formal y una pareja ideal. Pero ambos son tan opuestos como irreconciliables. De un encuentro casual a una relación apasionada hay solo un paso, pero el azar une y separa, como los trencitos eléctricos con los que Jean juega haciéndolo sentir que está en control de la situación, está en control de los trenes como de la vida propia y ajena, pero es solo una ilusión, como veremos a lo largo del relato.
Los trencitos parecen unirse en algún punto, pero en realidad corren por carriles separados hasta alcanzar cada uno su destino, su final, sin haberse encontrado en ningún momento del camino. Así dice Woody Allen que son nuestras vidas, parece que nos conectamos, que caminamos juntos, pero no es así, cada uno de nosotros sigue su carril, y cada carril está desconectado de los demás.
Jean había tenido una infancia infeliz en la que su familia acostumbraba a humillarlo siendo él tan “mignon”, como lo describiría su suegra, Camille. Ese niño tan tierno, se transformaría años más tarde en un narcisista psicopático, sin principios y con la convicción de que la vida propia y ajena está completamente en sus manos. Un hombre de baja autoestima que intenta cubrir ese desprecio por sí mismo detrás de una máscara de hombre de negocios exitoso, alguien que “hace que los ricos sean cada vez más ricos”, según su propia definición, mientras no tiene reparos en asesinar por encargo y cuyo dinero le otorga una ilusión de estatus social, aunque haya sido dinero mal habido o, al menos, de proveniencia dudosa.
Jean Fournier tiene colgado en su oficina un retrato suyo totalmente pintado en azul y donde aparece con el entrecejo fruncido, como un chico encaprichado odiando al mundo. Allí aparece una de las citas paródicas, humorísticas de Allen en referencia a la novela de temática faustiana “El Retrato de Dorian Gray” (1891) del escritor irlandés Oscar Wilde. En la novela de Wilde, Dorian le pide a su amigo Basil Hallward que pinte un retrato suyo para solo el retrato envejezca, mientras él siga joven eternamente y con vía libre para llevar una vida hedonista, en búsqueda solo del placer.
El pintor retrata el alma, no la apariencia exterior. Mientras permanece joven por fuera, su retrato, su alma, envejece y se vuelve cada vez más ruin, ese fue el pacto faustiano que firmó Dorian con su amigo Basil, y algo similar, pero en tono de parodia, parece ocurrir con el retrato de Jean Fournier. Lo que vemos no es su rostro sino su alma.
Al principio Camille, la mamá de Fanny, siente admiración y ternura por su yerno, pero poco a poco va descubriendo su lado sombrío. Aquel niño carente de afecto se convirtió en un celoso enfermizo con actitudes narcisistas y psicopáticas. Trata a su mujer como un trofeo, un objeto de lujo (inclusos los “amigos” de Jean mencionan este hecho durante la primera fiesta). Su narcisismo oculta un profundo complejo de inferioridad, un hombre que no ha logrado madurar emocionalmente y todavía siente la necesidad de jugar con trencitos eléctricos que le fueron negados en su infancia.
Otras diferencias importantes entre Jean y Fanny, que entorpecen el vínculo matrimonial, son la diferencia notable de edad y la diferencia de gustos, especialmente cuando se refiere a la caza. A Fanny no le gusta herir animales, mientras que Jean dispara al ciervo con su rifle sin la menor piedad, mostrando, a su vez, el lado asesino de su personalidad, acaso un lado que todos tenemos oculto en algún lugar oscuro de nuestro inconsciente.
Ya desde el comienzo de la cinta, Jean muestra que él es el tipo de persona que descarta a supuestos oponentes (muchas veces inventados por su propia paranoia) como si se trataran de objetos inútiles y nosotros, espectadores, adivinamos desde un comienzo que habrá un asesinato o más de uno, en algún punto de la trama.
Algo similar acontece en dos películas que se transformaron en clásicos. Recordemos que el título original del largometraje “El Francotirador”, dirigido en 1978 por Michael Cimino y protagonizado por unos jóvenes Robert De Niro, Christopher Walken y Meryl Streep, era “The Deer Hunter” (“El Cazador de Ciervos”). Ya en 1978 Cimino tuvo la genial idea de establecer un paralelo entre la actividad de la caza al ciervo, con la matanza de seres humanos en la guerra, en este caso haciendo precisa referencia al conflicto de Vietnam.
Asimismo, Thomas Vinterberg rodó en su Dinamarca natal “La caza” (2012) con la actuación protagonista de Mads Mikkelsen. De una forma similar a la de Allen, el personaje principal, maestro de una escuela primaria, sale a cazar con su hijo a modo de pasatiempo. Pero paulatinamente se va transformando en un cazador cazado tras ser acusado injustamente de abuso de menores. En el pequeño pueblo danés donde se sitúa la escuela, los padres de los alumnos inician, como una masa alienada y paranoica, la caza al supuesto docente abusador, sin siquiera intentar comprobar si el hecho realmente ocurrió o fue un invento.
Tanto cazar un animal inofensivo, como disparar a distancia (es decir, la función de un francotirador) contra soldados rivales y, de ser necesario, también contra civiles de la edad que sea, o buscar “chivos expiatorios” de problemas sociales o familiares sin una debida investigación judicial sobre el caso en particular, requiere de una alarmante falta de escrúpulos, de ética y moral. Así, la misma actitud destructiva contra los animales se replica en las personas, o porque son ultimadas en una guerra, o porque son asesinadas por un sicario o tratadas como chivos expiatorios de todas las culpas de un grupo, chivo expiatorio al cual el entorno tiende a perseguir hasta su extinción, son formas psicopáticas de comportamiento que, por desgracia, cada vez más se están generalizando en nuestro mundo actual.
En esta película que mezcla géneros, como la comedia, el drama, el suspenso y el policial, hay investigadores profesionales y policías cumpliendo su rol, pero lo paradojal es que quien verdaderamente investiga hasta averiguar la verdad es la suegra, Camille, fanática de la literatura policial, particularmente de las novelas del escritor belga Georges Simenon, en las que el personaje principal es el célebre comisario Maigret. Ella es la única que realmente busca la verdad que ni los detectives contratados por Jean, ni la policía en el caso del socio “suicidado”, realizan con idoneidad. Camille es la Maigret de la película, y a ello Allen alude en esa forma tan particular de humor negro, de ironía y sarcasmo que lo caracterizan. La suegra en plan aficionado de pesquisa criminal.
Ella comienza poco a poco a atar algunos cabos sueltos y encuentra la solución del enigma, se lo comunica a su hija, y a partir de allí se inicia el desenlace de la historia. Camille es un elemento desequilibrante en la historia, es la cuarta en disputa y la que termina de desarticular el trío formado por Fanny Fournier, Jean Fournier y Alain Aubert. Hasta allí el relato se desarrolla en un trío amoroso, y la suegra es la cuarte en discordia, la que sospecha, la que husmea en los papeles de Jean hasta encontrar la tarjeta de presentación del detective privado. La que desanuda los hilos enredados de la trama.
En Woody Allen el tema del azar recorre como un hilo conductor gran parte de su filmografía, Match Point (2005) y Crímenes y Pecados (1989) son apenas dos ejemplos de estos antecedentes fílmicos. En el primero se habla del azar en el juego comparándolo con la casualidad en la vida, en el segundo se pregunta por el sentido de la vida y la esencia de la muerte. Se cuestiona asuntos filosóficos como la diferencia entre el bien y el mal, y si estuviera tan clara la diferencia entre lo bueno y lo malo, no tendrían sentido tantos crímenes que nunca llegan a resolverse y en los que nadie paga su pena por cometerlos o, peor aún, lo pagan terceros inocentes, o sea, chivos expiatorios.
Desde la mirada de Woody Allen, si no hay justicia no hay Dios, entonces ¿quién vela por nuestro destino? ¿Acaso estamos solos y extraviados al capricho del acaso? Y si Dios no existe, ¿qué sentido tiene nuestra vida? Para Woody Allen, la suerte, el azar es lo que mejor explica nuestra vida. Pero como la falta de un sentido trascendental nos es insoportable, nos convencemos de la existencia de un ser superior que planea amorosamente toda nuestra vida, como un padre. Pero Allen es agnóstico, no es un judío creyente ni practicante, duda de la existencia divina, duda de la posibilidad de que el amor sea realizable, y duda de que tengamos real control sobre nuestras vidas.
Y si tratamos de encontrar en el amor el sentido de nuestras vidas, el amor romántico no siempre se sostiene en el tiempo, resulta fugaz. El director nos muestra una necesidad de romanticismo, de enamoramiento, pasión y temas en común en una pareja, pero que no siempre se da en los matrimonios convencionales. Para Allen, la buena o mala suerte es lo que determina el hecho de que llegue o no lo que necesitamos a nuestras vidas en el momento adecuado. Por ello el amor verdadero es irrealizable, imposible, especialmente en una sociedad como la nuestra donde sólo cuentan el éxito profesional y el apego a lo material: una casa con sirvienta, un auto con chofer, fiestas con mucho champagne, pero muy pocos temas interesantes en común. En fin, una vida llena de amistades falsas, de hipocresía y de fuegos artificiales, una existencia vaciada de sentido.
Finalmente, Fanny saca de la gaveta secreta la novela de su amante, Alain, como si se tratara de un manuscrito escondido allí por siglos, cubierto por el polvo del tiempo, un tesoro. Allí Alain escribe aquello Woody Allen quiere dejarnos como legado, siendo un cineasta de 88 años y 50 películas en su haber. En pocas palabras nos dice que nuestra vida es como una hoja al viento, que transcurre de inicio a fin signada por el azar, bueno o malo, mientras nuestras ansias de amor son fugaces o simplemente irrealizables y el sentido de nuestras vidas no existe per se, sino que solo nosotros mismos podemos atribuírselo. Y sobre todo es un Carpe Diem que nos susurra: disfruta el presente, aprovecha tu suerte, tu momento de felicidad es ahora, porque la vida es esto, nada más que chispas de felicidad tras el cual sobreviene el implacable y traicionero final, del cual nadie escapa.
Jean Fournier mata con éxito a su primer socio y al amante de su esposa. Pero irónicamente, luego quiere matar a su suegra para no ser denunciado por ella, pero justo en ese momento Fanny la llama al celular en medio de un frondoso bosque y Camille, afortunadamente, se salva del disparo de su yerno. Sin embargo, Jean no puede salvarse de un final tan accidental como insignificante. Una vida intrascendente como la suya no podía tener otro desenlace. En cierta forma se puede tomar como una cierta justicia poética, es el cazador cazado, un error de cálculo, una simple confusión de parte de cazadores deportivos entre un hombre y un animal (muy significativo, por cierto, ya que en el fondo no somos otra cosa más que mamíferos). Sin embargo, Alain ya no está y Fanny se queda nuevamente sola, con el recuerdo de un amor consumado apenas fugazmente.
Woody Allen juega siempre son su clásico humor, desde los primeros gags de sus primeras películas, pasando por su periodo bergmaniano y su propio estilo maduro, siempre la comedia fue para él el telón que cubre un profundo agujero de insondable tragedia. El pesimismo, el nihilismo de Allen ha atravesado toda su filmografía hasta éste, su último largometraje. ¿Habrá más en el futuro? Veremos.