Divino Amor (2019)

El filme Divino Amor proyecta un futuro próximo para Brasil donde la religión dominará el país. Hasta el Carnaval será sustituido por una festividad cristiana.
Los títulos de apertura se iluminan con líneas de neón en varios colores. Una paloma azul, símbolo del Espíritu Santo, resplandece en un neón muy utilizado en las marquesinas para llamar la atención de los consumidores. En este contexto, se presenta la mayor celebración de Brasil, una fiesta dedicada al amor más puro, marcada por la espera del regreso del Mesías, todo con aire marquetinero.
Joana forma parte de un grupo de apoyo para crisis matrimoniales. Es una mujer devota que mantiene una conexión especial con Dios, cuando eleva sus oraciones al cielo. Sin embargo, a pesar de su ferviente deseo, no logra quedar embarazada. Su vida gira en torno a ayudar a otras parejas a reconciliarse, y muchos la ven como una santa. Sin embargo, cuando finalmente concibe un hijo, nadie cree en su historia: ni su esposo ni el pastor evangélico aceptan que su embarazo sea un milagro, pues no hay un padre biológico que reconozca al niño por nacer.

A medida que la historia avanza, los colores de fondo se transforman en tonos violeta e índigo, los colores asociados con los chacras del tercer ojo y la corona, ambos símbolos de espiritualidad y conexión divina. Joana, obsesionada con la maternidad, se ve envuelta en un misterio inexplicable: como si fuera una nueva Virgen María, da a luz sin intervención humana.
Vestida de un blanco puro, virginal, se encuentra junto a su bebé en la cama. Su voz madura, la de su yo adulto, narra su verdad, pero sigue sin ser creída. La historia expone la hipocresía de las instituciones religiosas, que rechazan lo que predican, porque les resulta incomprensible.
El director Gabriel Mascaro revela en este, su tercer largometraje ficcional, una incursión más provocativa que en sus filmes anteriores: Boi Neon (2015) y Vientos de Agosto (2014).