Emilia Pérez

México / Estados Unidos, 2024
Dirección: Jacques Audiard
Guión: Jacques Audiard y Thomas Bidegain
Producción: Jacques Audiard, Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne, Pascal Caucheteux y Vincent Maraval.
Elenco: Karla Sofía Gascón (Emilia Pérez y Juan “Manitas” Del Monte), Zoe Saldaña (Rita Moro Castro), Selena Gómez (Jessica), Adriana Paz (Epifanía), Edgar Ramírez (Gustavo Brun).
Duración: 132 minutos
Nota: 3

Resumen:

Dirigido por Jacques Audiard, el filme conquistó el Premio del Jurado y el Premio a Mejor Actriz Secundaria (dividido entre Selena Gómez, Zoe Saldaña, Karla Sofía Gascón y Adriana Paz) en el Festival de Cannes de 2024. A pesar de haber recibido 13 nominaciones al Oscar, Emilia Pérez solo ganó en dos categorías en la 97ª edición de los premios: Mejor Actriz de Reparto para Zoe Saldaña y Mejor Canción Original por El Mal.
La trama sigue los dilemas de la abogada Rita Moro Castro (interpretada por Zoe Saldaña), quien está cansada de defender criminales por un salario bajo. Su vida da un giro cuando recibe una oferta millonaria de Manitas del Monte, un líder del narcotráfico que le pide ayuda para cambiar de identidad. Manitas desea fingir su muerte, proteger a su esposa (Selena Gómez) y a sus hijos enviándolos a Suiza con nuevas identidades, y someterse a una transición de género para convertirse en Emilia Pérez.
Sin embargo, esto es solo el inicio de una historia que mezcla melodrama extremo, una perspectiva filantrópica, un musical poco convencional e incluso un tono de sátira religiosa en su epílogo, todo enmarcado en la violencia del crimen organizado en México. Además, la película incorpora elementos de las películas de acción, esta vez a la mexicana, y del subgénero judicial (centrado en abogados). 

“Emilia Pérez” ha sido objeto de fuertes críticas por su representación de los mexicanos y las personas transgénero. Además, su director, Jacques Audiard, generó controversia al hacer comentarios que relacionaban el idioma español con países pobres y comunidades migrantes. También se descubrieron declaraciones racistas y prejuiciosas en publicaciones pasadas de la actriz Carla Sofía Gascón, lo que avivó aún más el debate en torno al filme.

Análisis:

Emilia Pérez es una película excesiva, un bombardeo de mensajes inconexos. Repleta de estereotipos sobre el narcotráfico en México, donde el protagonista, tras una cirugía transgénero, intenta lavar su pasado ayudando a las familias de desaparecidos a encontrar los cuerpos de sus familiares secuestrados y asesinados. Audiard busca que el espectador acepte situaciones inverosímiles, como la transformación radical de Manitas, quien pasa de ser un narcotraficante extremadamente violento a una figura redimida tras su transición de género.
En general, la película ofrece una caricatura exagerada de la sociedad mexicana. A esto se suman diversas líneas argumentales, como la cuestión transgénero y el cambio de identidad como una estrategia para escapar de la justicia. La mezcla de estos temas parece estar estructurada para transmitir un mensaje con una visión muy parcializada.
Uno de los aspectos más polémicos de la película es la forma en que aborda la mitomanía y el machismo en México, así como la idealización de figuras criminales. Presenta la santificación de un personaje que ha causado daño a la sociedad, convirtiéndolo en una especie de mártir o héroe, lo que le da al desenlace un tono irónico y hasta sarcástico. 

Emilia Pérez trata la corrupción dentro de las estructuras de poder en México, así como la compleja relación entre hombres y mujeres. Su estilo recuerda al cine negro y a la crítica social, aunque su narrativa se compone de varias temáticas distintas, lo que puede hacer que la historia se sienta bastante fragmentada.
El Dr. Wasserman (Mark Ivanir) es el médico israelí en la historia. Él menciona que cambiar de sexo no transforma radicalmente a una persona ni a la sociedad a la que pertenece y, Jacques Audiard acaba dándole la razón, ya que la película muestra que la violencia en México sigue siendo la misma desde el prólogo hasta el epílogo.
El médico plantea dudas sobre la estabilidad psicológica de Manitas, a pesar de que ya, en el año 2000, la OMS retiró la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales y se han registrado avances en la situación de las personas bisexuales y transgénero (LGBT).
El Dr. Wasserman acepta realizar la cirugía, incluso sospechando tanto de las oscuras intenciones de su misterioso cliente como de la proveniencia del dinero que recibirá a cambio. Rita lo convence de efectuar la operación, aunque no queda claro si lo hace porque tiene miedo de Manitas y su pandilla, ya que ella se encuentra bajo amenaza, o si está enteramente persuadida de la sinceridad del jefe narco.
Además, el filme refleja cómo la sociedad mexicana tiende a idolatrar figuras que no necesariamente merecen esa reverencia. La visión de la película sobre Latinoamérica no parece ajena a la realidad, pero sí se presenta hiperbólica, aumentada brutalmente. Es un filme construido a partir de un conjunto de tramas que se entrecruzan, dándole a la narrativa un tono excesivamente violento. De hecho, por momentos uno siente estar frente a una película de acción a la mexicana. 

El tema de la cirugía transgénero se presenta en la película como un negocio multimillonario de las clínicas a escala mundial, movidas por propósitos estrictamente comerciales sin ninguna base ética. También se asocia este tipo de cirugía con el narcotráfico y con el populismo, por eso Rita le dice a “Manitas”: “lo que sé de usted, es que su banda logró pactar con el nuevo gobierno”. Se está refiriendo al gobierno populista de López Obrador. Está insinuando que el populismo latinoamericano tiene fuertes vínculos con el narcotráfico, el tráfico de armas y el de personas, como pronto veremos. Los mensajes connotados que la película pasa a través de la pantalla son muy sutiles, mientras que el espectador se distrae con explosiones y tiroteos. Un poco como ocurre con los noticiarios televisivos. En el prefacio, Rita (Zoe Saldaña) y su jefe defienden a un hombre acusado de acoso sexual, y ella percibe que el sistema judicial es profundamente machista e influenciado por los hombres del poder. Su jefe gana el caso, a pesar de que Rita está convencida de que su cliente es culpable. La película retrata con fuerza cómo el machismo y la corrupción dentro del sistema de justicia, impulsados por el narcotráfico, son parte estructural de México. Muestra a los latinos de una forma fuertemente prejuiciosa, mientras omite cualquier tipo de observación crítica dirigida a Europa y Estados Unidos. Imposible esperar aquí una autocrítica, mientras que el hombre mexicano es retratado como un machista, violento y mitómano con poca o ninguna cultura y educación. Las mujeres parecen sufrir de una especie de síndrome de Estocolmo, los hombres las maltratan y ellas parecen hipnotizadas por ellos. Se someten por amor y cuando se liberan buscan otra pareja igual a la anterior. Ese amor enfermizo las mueve incluso a arriesgar la propia vida. 

Por otra parte, algunos de los personajes femeninos llevan a escondidas armas de fuego o cuchillos, como es el caso de Emilia Pérez y Epifanía, que en un plano / contraplano un tanto irrisorio, se intercambian miradas armas en mano, símbolos fálicos que las convierten potencialmente en los mismos Machos Alfa criticados por los personajes femeninos.
Con esa sola escena el director francés ya no diferencia más ambos sexos cuando se trata de la predisposición a la violencia que, según él, rige en la sociedad mexicana (tal vez latina, si queremos ampliar el concepto).
Rita, la abogada, no es mexicana, sino dominicana. Menciona que sólo fue a México para estudiar, y parece sentir que no recibe el reconocimiento que merece en su país adoptivo sólo por el hecho de ser mujer. Está harta de recibir un salario bajo para defender a delincuentes sabidamente culpables de diversos crímenes.
Al principio parece que Manitas del Monte fuera sincero cuando dice que cambiar de sexo es un deseo que pervivió desde pequeño, pero vemos más tarde que no queda del todo claro el verdadero propósito de su cirugía. ¿Acaso salvarse de la cárcel? Ya que él no obtiene solo un cambio de identidad sexual, sino también una nueva identidad para su familia. De esa forma la Interpol les pierde el rastro a los cuatro, a él, a sus dos hijos y a su esposa Jessica (interpretada por Selena Gómez).
Manitas planea hacerse pasar por muerto ante la sociedad, que es otra de sus mentiras difundidas, incluso, por los grandes medios de comunicación, dando a entender que los diarios y la televisión nos venden información falsa constantemente.
El público se identifica con Rita, la abogada, y va descubriendo la verdad junto a ella. No es una narradora omnisciente sino una narradora intradiegética. Su mirada es la nuestra, sus cambios también nosotros los adoptamos, al menos en el concepto ideado por el realizador. 

La narración se encuentra permanentemente interrumpida por interludios de música y danza, cuyas escenas rompen abruptamente con la inmersión del espectador en la ficción. El mundo es expuesto, así, como una puesta en escena musical. Una idea muy neo-barroca, la de un mundo como un gran escenario teatral donde todos actúan de algo que no son, a modo de muñecos, títeres o maniquíes. La abogada interpretada por Zoe Saldaña percibe en un momento dado que está siendo manipulada. Parece que va a rescatar a Manitas, pero en realidad se le produce un clic allí, muy sutil, casi imperceptible. En realidad, pide ayuda para liberarse ella de la pandilla, por la que siente terror durante toda la película hasta casi el desenlace. Prueba de ello es que en el desenlace, Rita ya no aparece más en escena, probablemente se haya vuelto a Londres. Aparentemente Manitas nunca pierde contacto con sus pandilleros, con lo cual se hace evidente que sus aseveraciones son mayoritariamente engañosas. A partir de allí ya uno no sabe qué es cierto y qué no de todo lo que Manitas dice. Los personajes son muy ambiguos, ética y moralmente. En este sentido, la película sólo rescata a los niños, a los que muestra sinceros e inocentes. 

Un poco basándose en la teoría de Rousseau que expresa que el hombre es bueno por naturaleza, pero el entorno lo corrompe a medida que se socializa. El director trata, subrepticiamente, la cuestión del tráfico de personas, especialmente de niños, bajo la forma de un conflicto familiar entre Manitas y su esposa, Jessica.
Porque si bien se trata de los hijos del jefe de una pandilla de narcotraficantes, detrás del amor parental se esconde un hombre (o mujer) acostumbrado a enviar personas al exterior de forma forzada, cambiar sus identidades y todavía mandar a traerlas de vuelta años más tarde, según su antojo, en contra de la voluntad de las víctimas. Está expresado de una forma muy solapada para que no se advierta, sin embargo, el narcotraficante hace con su familia lo mismo que suele hacer en casos de tráfico de personas.
Aunque constituya parcialmente un musical, la melodía disonante resulta muy desagradable, y no comprendo cómo pudo ganar el Oscar a Mejor Canción. No encontré ninguna pieza en la película que realmente mereciera ese reconocimiento. En cuanto al idioma español, Zoe Saldaña, en su papel de abogada, lo maneja correctamente, pero el resto de los personajes hablan con un argot lleno de modismos, insultos y expresiones coloquiales durante gran parte del filme.
Además, Jessica, la esposa de Manitas del Monte, interpretada por Selena Gómez, apenas logra modular algunas palabras en castellano, lo que obliga al espectador hispanohablante a depender de los subtítulos, algo que puede resultar muy incómodo. 

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